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  • Gabriel De Boisdeffre | Immigration and Border Governance Assistant, Regional Office, San Jose

Las poblaciones transfronterizas, formadas por individuos que viven cerca de las fronteras entre dos países, se enfrentan a retos únicos en su vida cotidiana. A veces se ven obligadas a cruzar las fronteras con regularidad, por razones económicas (la proximidad geográfica ofrece oportunidades de empleo en sectores específicos o es más favorable), educativas o sanitarias (las infraestructuras educativas y los servicios sanitarios pueden ser más accesibles y de mejor calidad al otro lado de la frontera).  

En general, cruzar las fronteras les permite participar en intercambios, favoreciendo así el desarrollo económico y cultural de las regiones fronterizas. Desafortunadamente, este cruce no siempre es fácil, ya que a veces existen obstáculos como los controles de seguridad, los controles aduaneros, los controles sanitarios, la exigencia de visados, la inestabilidad o los conflictos, entre otros, que no afectan de la misma manera a las personas. En efecto, las poblaciones vulnerables dentro de las poblaciones transfronterizas se enfrentan a retos adicionales cuando cruzan las fronteras a diario.   

Estas poblaciones vulnerables, como las mujeres, los niños no acompañados o los ancianos, están más expuestas a los riesgos de violencia, explotación o trata de seres humanos cuando cruzan las fronteras. Necesitan medidas especiales de seguridad y protección para garantizar su bienestar y seguridad. Esto también puede deberse a barreras lingüísticas, diferencias culturales u obstáculos administrativos que pueden dificultarles el cruce de fronteras, o incluso exponerles a situaciones peligrosas.  

Más concretamente, cada día de la semana, miles de niños tienen que cruzar fronteras de forma regular o irregular para poder beneficiarse de su derecho a la educación. Las condiciones en su país de residencia no son satisfactorias y, por diversas razones, pueden verse obligados a estudiar al otro lado. Un ejemplo es el caso de los niños venezolanos que tienen que utilizar pasos fronterizos informales, conocidos como trochas, para llegar a la escuela.  Situados en el extremo norte de Colombia, se trata de peligrosos caminos rurales controlados por grupos armados locales, que a menudo cobran a los usuarios por cruzar.  

Para resolver las dificultades asociadas al cruce regular de fronteras y facilitar el tránsito seguro de personas, algunos países han introducido tarjetas transfronterizas. Estas tarjetas ofrecen ventajas considerables a sus titulares. Por un lado, simplifican los trámites administrativos, facilitando los desplazamientos y reduciendo los tiempos de espera, lo que agiliza los viajes transfronterizos. Por otro, dan acceso a muchos servicios esenciales, como educación, sanidad y prestaciones sociales, en el país vecino. También fomentan el comercio y el empleo transfronterizos. Por último, las tarjetas transfronterizas refuerzan los lazos sociales y familiares al facilitar las visitas y reuniones periódicas entre los miembros de las familias transfronterizas.   

En ocasiones, la OIM apoya a los Estados, como es el caso de El Salvador, en jornadas de carnetización1 para dotar de documentos de identidad a estas poblaciones, especialmente de los niños, niñas y adolescentes. Estos documentos agilizan el proceso de control migratorio y también permiten el acceso a los servicios del Estado (salud, educación, comida etc.) para los niños que viven al otro lado de la frontera. También permiten a las autoridades migratorias proteger con mayor eficacia a la niñez y adolescencia contra los delitos de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes. La tarjeta es gratuita y obligatoria. Como estas jornadas siempre tienen éxito, el país en cuestión las ha replicado, por ejemplo, en la frontera con Guatemala.  

Esas actividades van en favor del cumplimiento del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular (PMM), en particular en su objetivo 11 que reconoce la importancia de realizar una gestión de fronteras de manera coordinada, promoviendo la cooperación bilateral y regional, garantizando la seguridad de los Estados, las comunidades y los migrantes, y facilitando la circulación transfronteriza de personas de manera segura y regular, evitando al mismo tiempo la migración irregular. Además, el objetivo 4 apuesta en aprovechar las prácticas locales que facilitan la participación en la vida comunitaria, como la interacción con las autoridades y el acceso a los servicios pertinentes, expidiendo a todas las personas que vivan en un municipio, incluidos los migrantes, tarjetas de registro con datos personales básicos, aunque esas tarjetas no den derecho a obtener la ciudadanía ni la residencia. 

El Salvador es reconocido como un país campeón en la implementación del Pacto Mundial está tomando y ejecutando medidas concretas como los proyectos de carnetización para garantizar su implementación a nivel nacional y regional con el fin de abordar de manera integral la gobernanza de la migración prevista en otros marcos globales como la Agenda 2030. 

En definitiva, las poblaciones transfronterizas que tienen que cruzar fronteras a diario se enfrentan a retos específicos, en particular las poblaciones vulnerables. Sin embargo, al facilitar estos cruces con tarjetas transfronterizas, podemos mejorar su seguridad y calidad de vida, promover la integración social y económica y reforzar los vínculos entre las regiones fronterizas. Es esencial poner en marcha políticas y medidas adecuadas para garantizar la seguridad, los derechos y el bienestar de estas poblaciones, especialmente de los menores, promoviendo al mismo tiempo una cooperación transfronteriza armoniosa. 

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES