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En el 2020, Guatemala recibió 11,340 mil millones de dólares por concepto de remesas familiares del exterior, lo que representa un 14.6% del Producto Interno Bruto (PIB), y un número similar al de las exportaciones registradas en el mismo periodo. Pero ¿cómo se traducen estos números en una mejor calidad de vida y desarrollo local?

Las remesas contribuyen con la cobertura de las necesidades básicas como la alimentación, el abrigo, transporte, comunicación y vivienda, incluso en muchas ocasiones son esenciales para adquirir la canasta básica vital. Los envíos de remesas también son utilizados en aspectos como el pago de colegiaturas y la educación de niños, niñas y adolescentes, inyectan capital a nuevos emprendimientos, ayudan a salvar las cosechas y son invertidas en la recuperación luego de alguna crisis medioambiental o catástrofe, tal y como ocurrió con la erupción del volcán de Fuego, en junio de 2018.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, fue establecida por todos los estados miembros de las Naciones Unidas como una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. Los 17 objetivos de esta agenda son un llamado universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida y las perspectivas de cada persona. Pese a que Guatemala tiene cierto rezago en el cumplimiento de estas metas, la sociedad cada día se involucra más y se compromete a forjar un mejor futuro para todos y todas, maximizando el impacto de la migración en el desarrollo.  

De esa cuenta, las personas migrantes desempeñan un rol fundamental en el cumplimento de los ODS, especialmente de lograr un impacto significativo en las comunidades de origen. Son las personas migrantes quienes envían remesas para reparar las escuelas y viviendas, construir puentes, tecnificar los hogares, mantener el acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación, hacer donaciones para alcanzar la organización comunitaria y velar porque sus familias tengan acceso a lo esencial.

También se ha tenido registro de donaciones de equipo de cómputo para las escuelas, láminas y útiles escolares. En el tema de la seguridad alimentaria, aportan para la compra de semillas, nutrientes y adquisición de agua. Las familias receptoras de las remesas comparten esos envíos a través de alimentos para compartir con familias vecinas.

En el contexto de la pandemia por la COVID-19, las remesas familiares han servido para salvar vidas. Sin ellas habría sido imposible la adquisición de medicamentos y la contratación de cuidados intensivos, pero especialmente, sostener la economía de los hogares mientras se adopta la modalidad de quedarse en casa.

Hay un aspecto poco estudiado y es la utilización de la remesa en la organización social y comunitaria.  Muchas personas migrantes han invertido en cooperativas o asociaciones benéficas que atienden las principales necesidades de los pueblos e invierten en emprendimientos y negocios de pequeños capitales.

Sin duda las remesas familiares enviadas desde el extranjero están ayudando con el logro de algunos de los ODS, especialmente con aquellos relacionados con aspectos económicos como la erradicación de la pobreza y pobreza extrema, el hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, agua y saneamiento, la reducción de las desigualdad, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, vida y ecosistemas terrestres, y alianzas para lograr los objetivos.

Mirtala Sierra, titular de la Oficina de la Juventud de la Municipalidad de San Cristóbal Verapaz, en el departamento de Alta Verapaz, Guatemala, señala que “las remesas familiares han sido un gran soporte para las familias, especialmente para las jefas únicas de hogar que son beneficiadas con recursos enviados desde el extranjero por sus parejas o sus hijos mayores”.

“Este municipio fue afectado gravemente por las tormentas Eta e Iota en noviembre de 2020, y por la pandemia por la COVID-19. Estas situaciones han dejado con deudas y problemas económicos a los núcleos familiares. Sin embargo, las remesas transferidas al municipio han ayudado a superar cuestiones de salud, educación de hijos e hijas, compra de alimentos o sostenimiento de pequeños emprendimientos”, añadió la funcionaria municipal.

Heydi Cruz, de la Oficina Municipal de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), en San Cristóbal Verapaz, destacó que a nivel local “se mantiene un monitoreo de talla y peso en niños, niñas, adolescentes y madres embarazadas para identificar posibles casos de desnutrición”. “Las remesas representan un gran aporte a las familias y constituyen un elemento complementario para la diversificación de alimentos y nutrientes que necesitan las poblaciones más vulnerables, sobre todo en temporada de lluvia y huracanes cuando se reducen las cosechas y hortalizas para el consumo propio”.

Potenciando la remesa

Las remesas representan para Guatemala una fuente relativamente estable de recursos para el desarrollo. Sin embargo, existen aspectos sociales, económicos y políticos de deben ser tomados en cuenta para canalizarlas con eficiencia y sostenibilidad a futuro:

  • Entornos económicos propicios: los países deben adoptar políticas macroeconómicas sólidas que incluyan sistemas jurídicos transparentes, tipos de interés estables, una mejor integración de los mercados e institucionales financieras fiables, de manera que la remesa pueda ser aprovechada en su máximo potencial para el desarrollo.
  • No depender de las remesas: la historia global más reciente nos ha demostrado que acontecimientos externos, pandemias, malas gestiones económicas y la inestabilidad política, afectan severamente el flujo y volumen de remesas enviadas a los países de origen.
  • Las remesas no son sustitutas de la cooperación internacionales: existe una peligrosa percepción de que las remesas podrían llegar a sustituir la cooperación para el desarrollo, un aspecto que podría afectar especialmente a los países de economías bajas y medias como Guatemala.
  • Generación de datos e información: es indispensable establecer sistemas con indicadores confiables que nos revelen no solo aspectos sobre el volumen y porcentaje de las remesas, sino incluir perfiles de las personas migrantes, tanto receptoras como de quienes envían, elementos geográficos, etarios y de género; igualmente incentivar la investigación y la cuantificación en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  • No discriminación: es innegable el impacto de las remesas en las sociedades, sin embargo, la xenofobia y la discriminación contra las personas migrantes imposibilita su reconocimiento como personas actoras del desarrollo. Cada persona migrante tiene los mismos derechos que las demás personas, sin importar su estatus migratorio. Muestra de las expresiones de discriminación es la escasa información que existe en idiomas mayas. Muchas personas receptoras de remesas son analfabetas o únicamente hablan el idioma materno, imposibilitando una comprensión integral en el cobro, uso y aprovechamiento de la remesa.
  • Acceso a la información para las diásporas y sus familiares en los países de origen: Algunas entidades financieras cobran hasta el 12% de comisión por envío de remesa, mientras que las instituciones en los países de origen cobran otro porcentaje adicional a las familias que las cobran. Las remesadoras digitales son las que menos comisión cobran, entre un 4 o 5%, un porcentaje aún elevado respecto a la meta 10.C del Objetivo de Desarrollo Sostenible 10. Este tipo de información, así como los tipos de cambio, lapsos de entrega, cajas de cobro en las comunidades y en sus propios idiomas.

El Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2020 dan cuenta de 272 millones de personas migrantes internacionales, que equivale a un 3.5% de la población mundial. Para Guatemala, la Cancillería estima unos 2 millones de personas migrantes viviendo en Estados Unidos, incluyendo a quienes se encuentran en situación irregular. Los países deben tomar medidas urgentes para proteger a estas personas y generar mejores políticas para un mejor aprovechamiento de las remesas para el desarrollo.

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES