En una entrada anterior del Blog En Movimiento se discutía sobre las diferentes implicaciones que la pandemia ha tenido en la vida de niños, niñas y adolescentes migrantes, entre las cuales se mencionaban la falta de acceso a la educación como consecuencia del cierre de las escuelas. Y es que con el COVID-19 se han visto exacerbados retos antes identificados en materia no solo de acceso, sino también de permanencia y resultados. Por ejemplo, barreras de idioma, integración cultural, reconocimiento de estudios, etc.  

La situación antes descrita puede ser incluso más difícil para las familias de bajos recursos y en condiciones de marginalidad, afectándose aún más la posibilidad de las personas menores de edad de disfrutar su derecho a la educación, consagrado en varias convenciones internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales  y la Convención sobre los derechos del niño. 

A propósito del Día Internacional de la Educación que se conmemora el 24 de enero, a continuación se profundiza en algunas de las consecuencias que la pandemia ha tenido en la educación de la niñez y juventud migrante1, que según El Informe Mundial Sobre Las Migraciones 2022, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) representa un 14,6% del total de migrantes internacionales para 2022.  

  1. Falta de acceso a tecnologías digitales 

Un reciente estudio de la OIM señala que menos del 25% de los países de ingresos bajos ofrecen la posibilidad de acceder al aprendizaje a distancia. Incluso en los países que sí la proporcionan, los niños, niñas y jóvenes de las familias marginadas y más pobres, tales como los migrantes, no siempre tienen acceso a las tecnologías digitales necesarias. 

En este sentido, la pandemia ha dado cuenta de una contradicción. Por un lado, escuelas cada vez mejor equipadas con herramientas digitales para el desarrollo de los procesos educativos, y por el otro, estudiantes en condición vulnerable que no cuentan con acceso a internet, computador, laptop o celular, que les permitan el pleno disfrute de las oportunidades de aprendizaje virtual. 

  1. Rezago y deserción escolar 

Agencias de Naciones Unidas como UNICEF han encontrado en diferentes investigaciones una relación positiva entre el acceso desigual a las oportunidades de aprendizaje virtual de estudiantes migrantes y desplazados y la mayor probabilidad de sufrir rezago escolar.  

Entre algunos de los argumentos se encuentran la falta de acompañamiento familiar activo, pues en muchos casos la madre o padre destinan gran cantidad de su tiempo a sus trabajos, o también, porque los progenitores cuentan con niveles educativos bajos y un menor conocimiento del sistema educativo del país de llegada. 

Asimismo, el rezago escolar de niños y niñas migrantes se presenta en cuanto al idioma, como consecuencia del limitado contacto social que tienen con sus pares debido al cierre de las escuelas y la imposibilidad de contar con alguien en casa que les permita avanzar en esta materia. 

Las condiciones anteriores hacen de la niñez migrante una población en alto riesgo de sufrir deserción escolar, situación sobre la cual ya habían llamado la atención, incluso antes de la pandemia, agencias de Naciones Unidas como OIM, UNICEF y ACNUR. El aumento del trabajo infantil, la violencia de género, el matrimonio infantil y el embarazo infantil en las comunidades de migrantes, vinculados a las mayores tasas de niños sin escolarizar, ponen de manifiesto el impacto de esta inestabilidad. 

  1. Condiciones económicas 

Los niños y niñas migrantes generalmente viven en familias vulnerables a la pérdida de empleo, situación que se ha profundizado duramente la pandemia de COVID-19. Los padres de familia de personas menores de edad migrantes, suelen estar empleados en trabajos de corta duración e inestables en el país receptor, en sectores como el turismo, la hostelería, los trabajos domésticos, entre otros, y corren un gran riesgo de perder sus empleos. Esta situación impacta negativamente en la educación de la niñez migrante en tanto muchos se ven forzadas a abandonar sus estudios para colaborar con la economía de sus hogares.  

Tal como se menciona en una investigación de la OIM, la inseguridad financiera, la pobreza y la marginación suelen ser motores de explotación laboral, incluida la trata de personas. Dados sus efectos, los brotes de enfermedades pueden aumentar el riesgo de abusos y explotación de los niños. 

Otra situación que puede afectar la educación de niños, niñas y adolescentes que permancen en sus países de origen pero cuyos padres (uno o ambos) han decidido migrar, es cuando uno o ambos padres han decidido migrar a otro país y se convierten en el sustento económico de las personas menores de edad que permanecen en el país de origen. Según estimaciones del Banco Mundial, se prevé que las remesas se reducirán en un 20% en 2020 como consecuencia de la pandemia, el mayor descenso de la historia reciente. Esto puede llevar a que más niños y niñas abandonen la escuela, busquen trabajo, migren o sean sometidos a matrimonios infantiles o a la trata de personas. 

La Agenda 2030 y el ODS 4 (Educación de calidad) incluyen a la niñez y las personas migrantes dentro de los grupos cuyo desarrollo debe ser priorizado. La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de implementar medidas a nivel nacional que favorezcan la continuidad, la equidad y la inclusión educativa de la niñez migrante, situación que se ratifica en acuerdos intergubernamentales como El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que dentro de su objetivo 5 establece la necesidad de optimizar las necesidades educativas de la población migrante. 

El primer Foro de Examen de la Migración Internacional en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se realizará el próximo mes de mayo, tres años después de la adopción del Pacto Mundial para la Migración, se convierte en una oportunidad excepcional para evaluar los avances y desafíos que en materia de educación enfrenta la niñez migrante en estos momentos, buscando reivindicar el compromiso de los Estados de proteger los derechos, dignidad y bienestar, de una población especialmente vulnerable. 

SDG 4 - EDUCACIÓN DE CALIDAD