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Quiénes Somos
Quiénes somosLa Organización Internacional para las Migraciones (OIM) forma parte del Sistema de las Naciones Unidas y es la organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada para beneficio de todos, con 175 Estados Miembros y presencia en 171 países.
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Nuestro Trabajo
Nuestro TrabajoComo organización intergubernamental líder que desde 1951 promueve una migración humana y ordenada, la OIM juega un rol clave apoyando el logro de la Agenda 2030 por medio de diferentes áreas de intervención que conectan la asistencia humanitaria con el desarrollo sostenible.
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Todo el ciclo migratorio conlleva cambios en las personas afectadas por la migración respecto a su salud física y mental. Puede implicar riesgos higiénicos, accidentes y barreras de acceso a la sanidad. También afecta a las emociones, los pensamientos, los comportamientos, las creencias y las relaciones con los demás, la forma en que los individuos perciben el mundo y las diversas culturas que encuentran y cómo funcionan en estos entornos.
Migración y salud es un tema muy amplio. Incluye a las personas y comunidades afectadas por la migración, las condiciones y circunstancias preexistentes y las situaciones adversas a las que pueden enfrentarse en sus viajes por los países de tránsito y destino.
Para los migrantes en tránsito, los riesgos para la salud aumentan debidos a factores como la situación de inmigración irregular, las barreras lingüísticas, la falta de políticas sanitarias que incluyan a los migrantes y la inaccesibilidad de los servicios y necesidades básicas, la xenofobia, la discriminación, la violencia de género y otros abusos.
La salud es un derecho humano, y el acceso de las personas migrantes a los servicios sanitarios sin discriminación es fundamental para garantizar la protección de las poblaciones de acogida en los países de origen, tránsito y destino.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas está comprometida con "no dejar a nadie atrás", incluidas las poblaciones migrantes. Esto significa garantizar que la salud de los migrantes se aborde a lo largo de todo el ciclo migratorio y trabajar para lograr la Cobertura Sanitaria Universal.
Presentamos 3 estrategias clave que los Estados deben implementar para proteger la salud de las personas y las comunidades afectadas por la migración:
1. Los enfoques inclusivos son clave
La experiencia migratoria conlleva distintos retos, pero cada persona viene de un contexto y una cultura diferentes. Por lo tanto, cada persona tiene necesidades diferentes que conforman su bienestar.
Las personas migrantes son de edades, identidades de género, expresiones de género, ascendencias, etnias, entornos socioeconómicos, orientaciones sexuales, características sexuales, estructuras familiares, estados civiles y capacidades físicas y mentales diversas. Por ello, la inclusión social es esencial en todos los aspectos, pero especialmente en la atención sanitaria.
Para las mujeres migrantes, las acciones inclusivas incluyen proporcionar acceso a la salud y derechos sexuales y reproductivos integrales, servicios de salud materna e infantil, así como apoyo a la salud mental, acceso a anticonceptivos y a productos sanitarios menstruales.
Las mujeres migrantes suelen desempeñar un papel importante en sus familias, ya que son las cuidadoras y las principales responsables de la toma de decisiones en materia de salud. Cuando las mujeres migrantes están sanas, pueden desempeñar mejor estas funciones y proporcionar cuidados y apoyo esenciales a sus familias.
Otras poblaciones migrantes, como las personas migrantes LGBTQ+, las personas con discapacidades y enfermedades crónicas, los niños y los ancianos, requieren planteamientos y medidas adecuadas a sus necesidades particulares.
Los individuos más sanos ayudan a construir comunidades más sanas, por lo que deben tenerse en cuenta las necesidades y recursos de todos y todas.
2. No dejar de lado la salud mental
El bienestar integral de las personas migrantes incluye la salud mental y el apoyo psicosocial. El concepto de bienestar psicosocial incluye las dimensiones de los aspectos emocionales, sociales y culturales de la migración. Es importante subrayar que el bienestar humano se refiere a un estado, mientras que el bienestar psicosocial se refiere a un proceso.
Las actividades de asistencia psicosocial deben diseñarse según el contexto específico en que se realicen y las necesidades de los afectados. Es necesario contar con profesionales que sepan dirigir las actividades y reconocer las diferencias culturales.
Por ejemplo, las víctimas de la trata, los migrantes varados, los migrantes detenidos, los niños no acompañados y separados de sus familias, los supervivientes de la violencia de género, los migrantes que reciben ayuda para regresar a su país de origen y otros retornados, y otros migrantes que necesitan protección tienen vulnerabilidades diferentes y, por tanto, necesitan servicios diferentes.
El apoyo psicosocial puede incluir intervenciones artísticas, sensibilización y formación de todo el personal sanitario y de las autoridades migratorias sobre los derechos, contextos y condiciones del proceso migratorio.
Incluso las celebraciones, el deporte y el juego, son actividades que pueden mejorar la salud física y mental. Este tipo de apoyo puede llevar a fortalecer los lazos comunitarios y a compartir esta capacidad de recuperación con otras personas que puedan necesitarla.
3. Incluir a las personas migrantes en la defensa de la atención sanitaria
Es crucial incluir a las personas afectadas por la migración en los procesos de toma de decisiones y liderazgo. Algunos mitos, como que los migrantes son los responsables de la transmisión de enfermedades, son falsos y contraproducentes. Los virus y las bacterias no discriminan por el estatus migratorio o la nacionalidad de una persona. En realidad, el problema es la falta de acceso a servicios sanitarios y de prevención en el proceso migratorio. Además, los migrantes pueden ayudar a sus comunidades en tiempos de crisis y abogar por un mejor acceso universal a la salud.
Al conocer de primera mano las barreras a las que se enfrentan para acceder a la atención sanitaria, los migrantes pueden ser un grupo poderoso a la hora de abogar por la aplicación de políticas públicas que garanticen un acceso equitativo a los servicios de salud para todas las personas, incluidas las que se encuentran en situación migratoria irregular.
Las personas migrantes suelen aportar valiosas experiencias y conocimientos sobre prácticas sanitarias y gestión de enfermedades desde sus países de origen. Estos conocimientos pueden beneficiar enormemente a los proveedores de asistencia sanitaria y a las y los investigadores sanitarios de las comunidades receptoras.
Los migrantes contribuyen a la vida productiva de las comunidades de acogida donde viven, incluso ocupando puestos tan relevantes como los de profesionales sanitarios o asistentes sanitarios.
En las crisis y emergencias, las personas migrantes deben considerarse ante todo participantes activas en la mejora del bienestar individual y colectivo, y no solo como receptoras pasivas de servicios que otros diseñan para ellas.
La migración es un motor esencial de desarrollo económico y humano en las comunidades de origen, tránsito y destino.
Al invertir en la salud de las personas afectadas por la migración y garantizar un mejor acceso a los servicios sanitarios para todos, los gobiernos facilitan su integración en la sociedad, mejoran su productividad y fomentan la cohesión social reduciendo las disparidades sanitarias entre los migrantes y las comunidades de acogida. Estas acciones también defienden los principios de igualdad, no discriminación y dignidad humana para todas las personas.
Facilitar el acceso de los migrantes a los sistemas sanitarios beneficia a toda la sociedad, en las comunidades de origen, tránsito y destino.
No hay salud para todos y todas sin salud para los migrantes.