El tráfico de personas es una de las actividades ilícitas más rentables. Recientemente, se ha calculado que los ingresos de los contrabandistas que trafican con migrantes de América Latina y el Caribe hacia los Estados Unidos fueron de casi 7,000 millones de dólares por año.

En la región, para los grupos del crimen organizado, el tráfico ilícito de migrantes a través de las fronteras es normalmente una actividad de "bajo riesgo y alta rentabilidad". Los contrabandistas se benefician normalmente de las capacidades de detección débiles y el relativamente bajo riesgo de ser detectados, detenidos y procesados por la comisión de este delito.

En la región, los casos de migrantes, incluso aquellos muy vulnerables, que son abandonados por los traficantes en lugares y zonas de alto riesgo son comunes. Muy a menudo, los migrantes objeto de tráfico ilícito que han sido abandonados por sus traficantes sufren lesiones o incluso la muerte.

Más recientemente, los migrantes objeto de tráfico ilícito de migrantes están siendo víctimas en forma creciente de múltiples delitos y abusos como violación, extorsión y secuestro en Mesoamérica. Muchos de los migrantes que no han podido pagar extorsiones o rescates han sido asesinados. Los migrantes y sus familias, en raras ocasiones denuncian estos crímenes por miedo a los contrabandistas o porque no tienen confianza en las autoridades.

Además, la comisión de otros muchos crímenes están asociados vinculados al tráfico ilícito de migrantes. Algunos de los más comunes son la trata de personas, el robo de identidad, la corrupción y el lavado de dinero – creando sistemas clandestinos que socavan el Estado de Derecho. Esta situación exige una mayor cooperación internacional entre los Estados, mediante los organismos encargados de hacer cumplir la ley, las organizaciones internacionales y otros actores relevantes.

La OIM en la región, apoya a los Estados a generar procedimientos y procesos que permiten a las agencias de orden público identificar con mayor eficacia a los traficantes de migrantes y con ello, al mismo tiempo, complementa los esfuerzos para luchar contra la trata de personas.

La OIM, por ejemplo, ayuda a los gobiernos a identificar a los traficantes de migrantes mediante la provisión del equipo técnico necesario. En este sentido, la OIM promueve el uso del Sistema de Registro de Información Personal y de Información de Gestión de Fronteras (PIRS por sus siglas en inglés) de la OIM, el cual es una herramienta valiosa para luchar contra el tráfico ilícito de migrantes. Este sistema se puede conectar a las listas nacionales e internacionales de alerta como la de INTERPOL y por lo tanto puede facilitar a las autoridades la recopilación de información de inteligencia contra las bandas criminales organizadas de traficantes y la elaboración de perfiles de riesgo que pueden ayudar en la identificación tanto de los traficantes, como de sus víctimas en un punto temprano en el proceso.

Además, la OIM también ofrece una amplia gama de cursos de capacitación diseñados para equipar a los funcionarios de fronteras con las habilidades necesarias para desarrollar y refinar las labores de inteligencia, detectar documentos de viaje fraudulentos y para tener en cuenta la legislación pertinente, especialmente la relacionada con los derechos de los migrantes y el combate al tráfico ilícito de migrantes.

Contra el Tráfico de Migrantes (CMS)

¿POR QUÉ PARTICIPA LA OIM EN LA LUCHA CONTRA EL TRÁFICO DE MIGRANTES?

El tráfico de migrantes a gran escala a través de fronteras internacionales se ha convertido en una amenaza mundial para la gobernanza de la migración. Muchos migrantes recurren a los traficantes cuando no tienen la opción de viajar de manera regular. En consecuencia, los traficantes de migrantes han pasado a formar parte del viaje migratorio irregular y ello genera beneficios sustantivos para las redes delictivas. Los traficantes, una vez que han recibido el dinero, no suelen albergar ningún interés en el bienestar de los migrantes, y los dejan expuestos al abuso y la explotación, situación que, con demasiada frecuencia, los migrantes pagan con la propia vida: se asfixian en los contenedores, mueren en los desiertos o se ahogan en el mar.