Venezuela - Después de un tiempo lejos de su comunidad, María Luisa Sepúlveda volvió a Las Colinas de La Machirí, en San Cristóbal, Venezuela, con la determinación de salir adelante.

Nacida en Colombia, comenzó a construir su vida desde muy pequeña en este rincón agrícola, donde forjó un profundo vínculo con su gente y su tierra. Trabajadora incansable, desde joven se ha dedicado a diversos oficios con el firme propósito de construir un mejor futuro.

“Lo más difícil era encontrar un buen trabajo. Estuve en una escuela, pero el sueldo no me alcanzaba, así que después tenía que buscar otras opciones. Trabajé en casas de familia y haciendo empanadas para vender en la comunidad”, relata.

Sin embargo, la crisis económica y social en Venezuela agravó su situación, sumiéndola en una constante incertidumbre. En medio de esas dificultades, María Luisa redescubrió su pasión por la crianza de animales.

En su comunidad, habitada por unas 5,709 personas, la producción agrícola y pecuaria es una de las principales actividades económicas

“Desde siempre he tenido pollitos o gallinas porque me encanta trabajar con animales. Por eso, cuando la OIM llegó con sus talleres, me emocioné mucho. Quería aprender y especializarme para el futuro”, cuenta con una sonrisa.

 

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de su proyecto Reintegración económica: Medios de vida para emprendimientos comunitarios, impulsó talleres de formación en oficios para fomentar el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida en comunidades vulnerables.

 

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de su proyecto Reintegración económica: Medios de vida para emprendimientos comunitarios, impulsó talleres de formación en oficios para fomentar el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida en comunidades vulnerables.

“Los talleres fueron algo especial. De verdad se aprende mucho. Yo no sabía tantas cosas, nunca había escuchado sobre algunos temas, así que todo fue una novedad para mí”, explica María Luisa.

Con una motivación renovada, asistió a cada sesión de formación y fue allí donde dio un giro a su vida al emprender como avicultora.

“Jamás imaginé que me apoyarían para tener este negocio con mis gallinas. Para mí fue una alegría inmensa ver que esto se hacía realidad”, confiesa emocionada.

“Con lo que aprendí y mi experiencia, siento que estoy preparada para subsistir. Ahora tengo metas nuevas, como ampliar la granja y sumar 30 pollitas más en un corral más grande para que estén cómodas”, comparte.

Gracias a programas como este, liderados por la OIM y socios como la Fundación FINANPYME, el ingreso mensual promedio de familias como la suya aumentó un 39%, mientras que el porcentaje de beneficiarios que consideran que sus comidas son ahora completas pasó del 57,4% al 80,9%.

“Uno tiene que luchar y seguir adelante. Emprender es hermoso, y si lo haces criando animales, sabes que también estás ayudando a tu comunidad”, concluye María Luisa, dejando un mensaje de perseverancia y orgullo por su labor.

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES